Clara Bertó García (a), Maite Ferrín (b), María Barberá Fons (a), Luis Rojo Moreno (a), Lorenzo Livianos Aldana (a), Ana García Blanco (a)
(a) Dept. de Psiquiatría y Psicología Clínica, Hospital Universitario y Politécnico “La Fe”, Valencia, España
(b) Dept. of Psychology, University of Southampton, UK
Los niños víctimas de maltrato con frecuencia tienen problemas a la hora de lidiar con las emociones negativas y a menudo desarrollan enfermedades psiquiátricas, entre las que se incluye el trastorno de estrés postraumático complejo (TEPC). Estudios recientes muestran que estos niños prestan atención a caras que expresan alegría, tristeza o amenaza de un modo diferente a como lo hacen los niños que no sufren maltrato. Tales sesgos atencionales parecen, además, estar relacionados con la posterior aparición de problemas clínicos y sociales, lo que sugiere que intentemos intervenir sobre ellos.
En el maltrato infantil los niños, desde una edad temprana, son víctimas de múltiples situaciones traumáticas durante periodos prolongados de tiempo. Estos niños con frecuencia desarrollan una enfermedad psiquiátrica llamada trastorno de estrés postraumático complejo (TEPC) que, según la 11ª revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), constituye una enfermedad diferente del trastorno de estrés postraumático (TEP) tradicional. Mientras el TEP acontece tras una sola vivencia traumática intensa, el TEPC aparece en niños que durante largos periodos de tiempo sufren numerosas situaciones traumáticas. Los niños afectos de TEPC, además de mostrar los síntomas típicos del TEP (es decir, reexperimentación de la situación traumática, conductas de evitación e hipervigilancia), presentan sentimientos confusos y abrumadores que pueden influir profunda y negativamente en cómo se ven y qué piensan de sí mismos, cómo se relacionan con los demás y cómo controlan sus emociones (Maercker y col., 2013). La falta de control emocional se suele notar en la existencia de ciertos sesgos o tendencias a la hora de responder a estímulos emocionales (Bertó y col., 2017).
Entre las distintas tareas experimentales que se usan para estudiar la respuesta a estímulos emocionales destaca la tarea de doble señalamiento (“Emotional Dot-Probe Task”; véase la Figura 1). Esta tarea se lleva a cabo con un ordenador y consta de una serie de fases. En primer lugar, se solicita a los participantes que fijen su atención en el centro de la pantalla, donde se proyecta una cruz central. A continuación, esta cruz es sustituida por dos caras de un mismo actor, una con expresión neutra y otra con expresión emocional (es decir, alegre, triste o amenazante). Seguidamente, aparece un punto sustituyendo a una de las dos caras y se le pide al participante que indique lo más rápidamente posible en qué posición ha aparecido el punto. Las personas que responden más rápido al punto que aparece donde estaba la cara emocional que al que aparece tras la cara neutra tienen un sesgo atencional positivo o de preferencia atencional por la información emocional. Las que son más rápidas para las caras neutras que para las emocionales tienen un sesgo atencional negativo o de evitación atencional de dicha información emocional.
Estudios recientes que han utilizado esta tarea muestran que los niños con TEPC por maltrato atienden de forma diferente a la información negativa (es decir, triste y amenazante): tienden a evitar las caras amenazantes y atienden más a las caras tristes. En cambio, los niños sanos tienden a evitar las caras tristes y atienden más a las caras amenazantes (Bertó y col., 2017; Pine y col., 2005; Romens y Pollak, 2012). Además, Bertó y col. (2017) descubrieron que aquellos niños con TEPC por maltrato que evitaban más las caras amenazantes presentaban problemas sociales con mayor frecuencia (Figura 2), mientras que aquellos niños que prestaban más atención a los rostros tristes presentaban con mayor frecuencia depresión (Figura 3).
La evitación atencional de caras amenazantes sugiere una manera alterada de atender a las amenazas del ambiente, lo que puede llevar a que estos niños se vean con mayor frecuencia envueltos en situaciones potencialmente peligrosas. Además, estos niños carecen de los conocimientos necesarios para hacerles frente y reaccionan de forma inadecuada con facilidad, por ejemplo, mediante comportamientos agresivos o de aislamiento. Por otra parte, la preferencia atencional hacia caras tristes puede deberse a la tendencia a atender a estímulos afines al estado de ánimo en que se encuentran estos niños (Beck, 1976). Esto puede también fomentar una baja autoestima y, en un círculo vicioso, contribuir al mantenimiento de los síntomas depresivos típicos del TEPC.
En conclusión, los niños maltratados y que sufren un TEPC desarrollan un procesamiento de la información negativa anómalo, con evitación atencional de caras amenazantes y preferencia atencional hacia caras tristes, opuesto al mostrado por niños sanos no maltratados (Bertó y col., 2017). Estos sesgos se relacionan con problemas sociales y depresión, respectivamente. Corregir esta manera diferente de atender puede ser una futura diana terapéutica para mejorar la clínica de niños con TEPC (D’Andrea y col., 2012). No obstante, son necesarios estudios longitudinales para afianzar la asociación entre los sesgos atencionales y la aparición de futuros trastornos psiquiátricos y sociales.
Referencias
Beck, A. T. (1976). Cognitive Therapy and the Emotional Disorders. New American Library, New York.
Bertó, C., Ferrín M., Barberá, M., Livianos, L., Rojo, L., y García-Blanco, A. (2017). Abnormal emotional processing in maltreated children diagnosed of Complex Posttraumatic Stress Disorder. Child Abuse & Neglect, 73, 42-50.
D’Andrea, W., Ford, J., Stolbach, B., Spinazzola, J., y Van der Kolk, A. (2012). Understanding interpersonal trauma in children: why we need a developmentally appropiate trauma diagnosis. American Journal of Orthopsyquiatry, 82, 187-200.
Maercker, A., Brewin, C., Bryant, R., Cloitre, M., Reed, G., Van Ommeren, M., Humayun, A., Jones, L., Kagee, A., Llosa, A., Rousseau, C., Somasundaram, D., Souza, R., Suzuki, Y., Weissbecker, I., Wessely, S., First, M., y Saxena, S. (2013). Proposal for mental disorders specifically associated with stress in the ICD-11. Lancet, 281, 1683-1685.
Pine, D., Mogg, K., Bradley, B., Montgomery, L., Monk, C., Mc Clure, E., Guyer, A., Ernst, M., Charney, D., y Kaufman, J. (2005). Attention bias to threat in maltreated children: Implications for vulnerability to stress-Related psychopathology. American Journal of Psychiatry, 162, 291-296.
Romens, S. E., y Pollak, S. D. (2012). Emotion regulation predicts attention bias in maltreated children at risk for depression. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 53, 120-127.
Manuscrito recibido el 10 de abril de 2019.
Aceptado el 21 de abril de 2020.