Carlos A. Marmelada
Centro Educativo Mestral de Igualada, Barcelona, España
El reciente descubrimiento de 25 esqueletos de Homo sapiens en las islas Palaos (Micronesia) ha causado revuelo en la comunidad científica por tratarse de humanos diminutos, quizá debido a un efecto de insularidad. Queda pendiente esclarecer cuál podría ser su relación con los Homo floresiensis, homínidos también de reducido tamaño encontrados en la isla de Flores (Indonesia).
Las islas del Océano Pacífico están cobrando cada vez más relevancia en los estudios sobre la evolución humana. En octubre de 2004 el equipo de Mike Morwood y Peter Brown (Brown, Sutikna, Morwood, Soejono, Jatmiko, Wayhu Saptomo, Rokus Awe Due, 2004) sorprendía a la comunidad científica anunciando el descubrimiento de unos restos fósiles de homínidos de tamaño diminuto (los adultos apenas sobrepasaban el metro de estatura) en la isla de Flores, Indonesia. La asignación taxonómica de estos fósiles todavía es objeto de un debate apasionado. Para sus descubridores habría que atribuirlos a una especie humana distinta a la nuestra, y que ellos llaman Homo floresiensis, mientras que para otros científicos se trataría de humanos como nosotros, pero que padecieron una serie de malformaciones, como la microcefalia, el enanismo y otras.
Cuando este debate se encuentra en pleno apogeo, una nueva noticia ha causado asombro entre los paleoantropólogos. El equipo liderado por Lee R. Berger, de la Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica, ha dado a conocer el resultado de sus excavaciones en las islas Palaos, situadas en la parte occidental del archipiélago de las carolinas (Micronesia), al suroeste de las Filipinas y al norte de Papúa-Nueva Guinea (Berger, Churchill, De Klerk & Quinn, 2008). El material descubierto es un conjunto muy numeroso de restos óseos humanos de individuos de un tamaño muy pequeño que habitaron la isla hace entre 2890 y 940 años.
Las excavaciones se realizaron durante las campañas de 2006 y 2007 al sur de la isla principal, Babeldaob, en las Rock Islands, un conjunto de varios centenares de islotes que tienen numerosas cuevas y abrigos. Muchos de ellos contienen restos humanos fosilizados o subfosilizados. En total se han descubierto diez cuevas con enterramientos que han proporcionado restos humanos de, al menos, 25 individuos. La riqueza paleoantropológica de los yacimientos está garantizada y el equipo de investigación que trabaja en ellos está convencido de que en futuras campañas se desenterrarán centenares o miles de huesos pertenecientes a un grupo numeroso de individuos.
Los estudios de Berger y colegas hacen referencia a los restos hallados en las cuevas Ucheliungs y Omedokel. Al parecer se trataba en ambos casos de lugares destinados exclusivamente a enterramientos, tal como sugiere el hecho de que no ha aparecido prácticamente ningún elemento cultural, instrumentos usados en la vida cotidiana, ni fauna asociada.
Todavía no está claro cuándo llegaron por primera vez los Homo sapiens a las Palaos. Debió ser hace unos 3000, o como máximo 4000 años. Los restos humanos de la cueva de Ucheliungs tienen una antigüedad comprendida entre los 2890 y los 1420 años, según indican las dataciones mediante radiocarbono, mientras que los de Omedokel tienen entre 2300 y 1410 años.
Los primeros análisis sugieren que este material es muy importante por dos razones. En primer lugar, porque los individuos descubiertos en los horizontes más bajos de la excavación son de un tamaño menor al de los propios pigmeos que habitan en el sudeste asiático o Indonesia, con varones adultos que pesarían 43 kg., y hembras de 29 kg. Esto ha llevado a proponer que podrían ser el testimonio de un caso evidente de enanismo humano producido por el efecto de insularidad: la reducción del tamaño corporal de los individuos de una especie para poder sobrevivir en una isla con escasos recursos alimenticios. Este efecto está bien documentado en animales, pero no en humanos.
En segundo lugar, porque junto a los rasgos derivados que aconsejan incluirlos en Homo sapiens, aparecen rasgos arcaicos propios de los representantes más primitivos de nuestro género: dimensiones faciales reducidas, cierta presencia de toro supraorbitario en algunos individuos, barbilla incipiente, dientes relativamente grandes y un cerebro pequeño, aunque no tanto como el de Homo floresiensis. Esto ha llevado a Berger y colaboradores a sugerir que algunas de las características más arcaicas del género humano, presentes sólo en individuos muy primitivos o en Homo floresiensis, podrían haber reaparecido en poblaciones recientes de Homo sapiens sometidas al efecto de insularidad.
Lo que los autores sugieren exactamente es que la evolución humana es muy compleja y que se rige por las mismas normas que en los demás seres biológicos, de modo que sometidos a insularidad los miembros de nuestra especie también pueden sufrir una reducción sustancial del tamaño corporal. Su afirmación más polémica es que esa reducción de tamaño pueda llevar consigo la aparición de características arcaicas, pues no está nada claro por qué debieran aflorar caracteres de Homo erectus en humanos de nuestra especie que se han hecho más pequeños. Sin embargo, según Berger y sus colaboradores, este argumento abre la posibilidad de que Homo floresiensis pertenezca también a nuestra especie y constituya un caso similar al de los humanos de las Palaos.
El estudio de estos humanos diminutos de las Palaos, junto al del resto de las comunidades australomelanesias y a los de las poblaciones del Pacífico, podría, por tanto, arrojar luz sobre el auténtico estatus del Homo floresiensis y sobre la complejidad experimentada por la evolución de nuestra especie, principalmente en hábitats de insularidad.
La polémica está garantizada, tanto a nivel científico (Dalton, 2008) como a nivel social. En el primer caso, porque la respuesta del equipo que investiga en la isla de Flores no se hará esperar; y en el segundo caso, porque algunos jefes tribales han manifestado un cierto malestar por no estar, según ellos, plenamente al corriente de los trabajos en las cuevas donde yacen sus difuntos. La proyección el pasado 1 de marzo de un documental sobre este tema por la National Geographic Society, la patrocinadora de las excavaciones, ha cogido por sorpresa a alguno de estos líderes. Berger alega que ignoraba que la proyección en cuestión se hiciera antes de la aparición del artículo científico que exponía el estudio de los restos analizados y que, en todo momento, dio por supuesto que los líderes tribales afectados estaban debidamente informados.
Referencias
Berger, L. R., Churchill, S. E., De Klerk, B., & Quinn, R. L. (2008) Small-bodied humans from Palau, Micronesia. Plos One 3(3): e1780. doi:10.1371/journal.pone.0001780.
Brown, P., Sutikna, T., Morwood, M. J., Soejono, R. P., Jatmiko, Wayhu Saptomo, E. & Rokus Awe Due (2004) A new small-bodied hominin from the late Pleistocene of Flores, Indonesia. Nature, 431, 1055-1061.
Dalton, R. (2008) Pacific `dwarf´ bones cause controversy. Nature, 452, 133.