Sergio Cermeño Aínsa
Dept. de Psicología, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), España

(cc) Sergio Cermeño.
Dada la incapacidad de las teorías clásicas y científicas para ofrecer una explicación de la conciencia, muchos teóricos se han aventurado a explorar una nueva vía. Esta vía pretende explicar la conciencia sin apelar a sustancias o propiedades extra (como hace el dualismo) y sin recurrir a explicaciones en términos de interacciones neuronales (como hacen las teorías neurocientíficas). Recientemente, han emergido con fuerza dos posiciones extremas. Mientras el ilusionismo sostiene que la conciencia es una ilusión (niega el fenómeno), el panpsiquismo sostiene que es un fenómeno ubicuo (lo universaliza). ¿Estamos ante un movimiento producto de la desesperación o se trata de una disyuntiva ante la cual hemos de elegir?
Se suele decir que la conciencia es un misterio, un fenómeno tan desconcertante que desafía los poderes explicativos de la ciencia. El misterio descansa en lo que David Chalmers llamó el problema difícil de la conciencia (Chalmers, 1996). Así como los problemas fáciles (p. ej., explicar la capacidad de discriminar, comunicar nuestros estados mentales o enfocar la atención) pueden ser captados por la ciencia, no es este el caso de los problemas difíciles, que se cuestionan sobre la naturaleza misma del fenómeno, a saber, ¿cómo pueden un conjunto de elementos materiales como las neuronas configurarse de tal manera que produzcan estados mentales conscientes?
Tradicionalmente, los teóricos de la conciencia se han dividido en dos grupos, dualistas y materialistas. Mientras los dualistas afirman que la conciencia no es reducible a lo físico, los materialistas dicen que todo lo que podemos explicar sobre la conciencia pertenece al dominio físico —la ciencia (principalmente, la neurociencia y la ciencia cognitiva) debe ser capaz de ofrecer una explicación convincente de cómo y por qué ciertas interacciones físicas en el cerebro producen experiencias conscientes. El principal problema con el dualismo es que nadie hasta la fecha ha ofrecido una explicación convincente de cómo lo físico y lo no físico pueden interactuar causalmente sin violar las leyes de la física (Dennett, 1991). En cuanto al materialismo, la búsqueda de los correlatos neuronales de la conciencia emergió como una manera prometedora de explicar el fenómeno, pero el entusiasmo inicial se desvaneció gradualmente. Los neurocientíficos no supieron dar respuestas convincentes a los problemas que se ciernen sobre el materialismo: ¿cómo es posible explicar la subjetividad desde la objetividad científica?, ¿cómo es posible cuantificar el aspecto cualitativo de la experiencia consciente?
Dada la aparente ineficacia de estos enfoques, el debate ha llegado a una situación extrema y hasta cierto punto desconcertante. Para muchos la discusión ha llegado a una situación de todo o nada: o la conciencia no existe o está en todas partes. Mientras que el ilusionismo afirma que la conciencia es una ilusión introspectiva, i. e., no existe como tal (Frankish, 2016), el panpsiquismo dice que la conciencia es un fenómeno ubicuo, i. e., es parte del tejido del universo (Goff, 2019). Ambas se enmarcan en el paradigma materialista, ya que ambas sostienen que no hay nada más allá de la física, pero a diferencia de las teorías clásicas, consideran que no hay nada que explicar; el ilusionismo porque sostiene que la conciencia es una ilusión, y el panpsiquismo porque afirma que, como la masa, la energía o la carga, la conciencia es una propiedad fundamental de la realidad física. El ilusionismo desintegra la conciencia del mundo físico, el panpsiquismo la integra en él.
¿Se están tirando las teorías sobre la conciencia a una piscina sin agua? Pareciera que sí, si no fuera porque ambos enfoques vienen respaldados por modelos empíricos que se encuentran a la vanguardia de las teorías sobre la conciencia. Así como la Teoría de los Esquemas de Atención (Graziano, 2013) parece implicar algún tipo de ilusionismo, la Teoría de la Información Integrada (Tononi, 2004) parece tener al panpsiquismo como una consecuencia inevitable. Trataré de dibujar ambas con un pincel ancho, aunque intentando ser todo lo preciso posible.
Según la Teoría de los Esquemas de Atención (AST, por sus siglas en inglés), la conciencia puede disociarse entre lo que el cerebro realmente hace y lo que creemos que hace. La i-conciencia (o conciencia de acceso) corresponde a los aspectos funcionales y fisiológicos de la conciencia (lo que el cerebro realmente hace), mientras que la m-conciencia (o conciencia fenoménica) es una interpretación imprecisa de lo que ocurre en los niveles funcional y fisiológico (lo que creemos que hace). El cerebro construye un modelo esquemático del proceso atencional (como cuando construye un modelo esquemático del propio cuerpo), y este esquema causa la ilusión de tener experiencias conscientes. En esencia, la conciencia es la representación esquemática, simplificada y distorsionada de las complejidades de los procesos atencionales. Por lo tanto, si consideramos dichos procesos atencionales como aquellos que hacen posible el surgimiento de la experiencia consciente, entonces ésta consistirá en una representación inexacta de tales procesos; es decir, una representación adulterada de lo que el cerebro realmente hace. De esta manera se puede argumentar que los defensores de la AST se comprometen con la idea de que la experiencia consciente es una ilusión.
A diferencia de la AST, la Teoría de la Información Integrada (IIT, por sus siglas en inglés) parte de la primacía de la conciencia; la existencia de la conciencia es, para los defensores de la IIT, indiscutible. La teoría se apoya en cinco axiomas básicos: cada experiencia existe por sí misma, es de la manera específica que es, es una, es definida y está estructurada. Estos axiomas son paralelos a cinco postulados básicos: existencia intrínseca, información, integración, exclusión y composición. Así, según la IIT, cuando tenemos experiencias conscientes, dichas experiencias están compuestas de propiedades fenoménicas esenciales (los axiomas), que pueden ser reformuladas (a través de un marco matemático) en términos físicos (los postulados). Es así como la IIT pasa de la fenomenología a la física, transforma las experiencias subjetivas en términos objetivos. El siguiente paso es definir las condiciones necesarias para que un sistema sea consciente. En esencia, el grado de conciencia de un sistema corresponde a la cantidad de información integrada generada por el propio sistema, medida por Φ. Si un sistema tiene Φ=0, entonces su poder de causa-efecto será reducible a sus partes, y no existirá en sí mismo —no puede haber conciencia. Pero si tiene Φ>0, entonces el sistema no puede reducirse a sus partes, y existirá en sí mismo —habrá conciencia. La principal motivación que lleva a la IIT a adoptar el panpsiquismo es que los axiomas pueden generalizarse a toda partícula física existente y, por tanto, no es posible que haya sistemas con Φ=0. Identificar la conciencia como información integrada indica entonces que la conciencia, como la masa, la carga y la energía, es una propiedad fundamental de la materia. Todo esto, llevado hasta sus últimas consecuencias, nos lleva a reconocer que «ni siquiera un fotodiodo binario es completamente inconsciente» (Tononi, 2008).
En definitiva, si descartamos el dualismo y asumimos la ineficacia del materialismo puro, las opciones que quedan son el ilusionismo y el panpsiquismo. Ambas son posiciones radicales, contraintuitivas y, para muchos, absurdas. La cuestión es: en caso de que nos encontremos ante tal disyuntiva, ¿cuál de estas posiciones estamos dispuestos a adoptar?
Referencias
Chalmers, D. (1996). The Conscious Mind: In Search of a Fundamental Theory. Oxford University Press.
Dennett, D. C. (1991). Consciousness Explained. Little Brown & Co.
Frankish, K. (2016). Illusionism as a theory of consciousness. Journal of Consciousness Studies, 23, 11‑39.
Goff, P. (2019). Galileo’s Error: Foundations of a New Science of Consciousness. Pantheon.
Graziano, M. S. A. (2013). Consciousness and the Social Brain. New York: Oxford University Press.
Tononi, G. (2004). An Information Integration Theory of Consciousness. BMC Neuroscience, 5: 42.
Tononi, G. (2008). Consciousness as integrated information: A provisional manifesto. Biologial Bulletin, 215: 216E242.
Manuscrito recibido el 24 de octubre de 2024.
Aceptado el 27 de noviembre de 2024.