¿Hay una relación entre el consumo de drogas y la memoria prospectiva?

José M. Arana (a), Fernando Gordillo (a), Cristina Blanco (a), Juan J. G. Meilán (a), Juan Carro (a), Enrique Pérez (a) y Lilia Mestas (b)
(a) Departamento de Psicología Básica, Psicobiología y Metodología, Universidad de Salamanca, España
(b) Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, Universidad Nacional Autónoma de México, México

(cc) Chrissy Downunder

(cc) Chrissy Downunder

El olvido de tareas pendientes (p.ej., comprar el pan al volver del trabajo) es un indicador del funcionamiento de la memoria prospectiva (MP). Según un reciente trabajo de nuestro laboratorio, estos olvidos aumentan con el consumo habitual de sustancias como alcohol, tabaco, cannabis y tranquilizantes. Estos datos, obtenidos en población joven con alta reserva cognitiva (alto nivel educativo que les protege del potencial deterioro neurológico) y una trayectoria de consumo corta y de baja intensidad, hacen prever resultados mucho más evidentes en muestras de policonsumidores habituales.

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No pretendemos con este artículo que cuando alguno de sus familiares se olvide de realizar un encargo sospechen que pueda llevar una doble vida como consumidor habitual de sustancias adictivas. Pero sí es cierto que una mayor intensidad y duración de hábitos de consumo poco saludables se asocia con mayores problemas de memoria, además de problemas en otros procesos cognitivos.

Acordarse de realizar una tarea pendiente, como comprar el pan o ir al banco, implica a la memoria prospectiva (MP) o memoria intencional. Este tipo de memoria resulta necesaria en la planificación de la conducta e involucra una serie de procesos cognitivos como son las funciones ejecutivas, la memoria de trabajo y la memoria episódica, la atención, la autorregulación de la conducta y la motivación (Meilán, Pérez, Arana y Carro, 2009). Es posible distinguir dos tipos de tareas de MP: las basadas en eventos, donde la intención se realiza tras una circunstancia concreta y especificada en las instrucciones (p.ej., cuando aparezca un triángulo, pulse “0”), y las basadas en tiempo, donde la intención se realiza tras un intervalo de tiempo que es determinado al inicio de la prueba (p.ej., cada cinco minutos, pulse “0”). ¿Hasta qué punto se ve afectada la realización de estos dos tipos de tareas, y por lo tanto la MP, por los hábitos de consumo de diferentes sustancias adictivas de uso generalizado?

Arana, Blanco, Meilán, Pérez, Carro y Gordillo (2011) realizaron un trabajo en el que registraron los hábitos de consumo, entre otras sustancias, de tabaco, alcohol, cannabis y tranquilizantes en un grupo de 164 estudiantes de psicología, al tiempo que tomaron una serie de medidas objetivas (tareas basadas en tiempo y en eventos) y subjetivas de MP (cuestionario PMQ de Hannon et al., 1995), que mide en cuatro subescalas los fallos de MP a largo plazo (p.ej. “Se me olvidó dar un recado durante la última semana”: 1 nunca-9 mucho), a corto plazo, y con pistas internas (p.ej., “Se me olvidó lo que quería decir en mitad de una frase durante la última semana”), así como las técnicas para recordar. Se aplicaron también 11 ítems del Poly drug users Questionnaire from University of East London (Milani, 2006), que medían aspectos de funcionamiento cognitivo general (p. ej., problemas de planificación, problemas de bloqueo, mente en blanco, problemas de concentración, cambios de humor, etc.).

Los resultados evidenciaron que: 1) la ejecución en tareas de MP basadas en eventos podía ser predicha en buena medida (un 30.2%) a partir de los años de consumo de alcohol y de su intensidad (a más años y cantidad, peor ejecución); 2) las tareas de MP basadas en tiempo podían ser predichas (en un 33.7%) por la cantidad de tranquilizantes y de tabaco consumidos (a mayor cantidad de ambos, peor ejecución); 3) los años de consumo de cannabis permitían predecir (en un 13.1%) la cantidad de fallos autoinformados de MP a largo plazo (a más años consumiendo cannabis, más fallos); 4) los años transcurridos consumiendo alcohol predecían (en un 18.4%) los fallos autoinformados de MP con pistas internas (a mayor número de años, más fallos). Los análisis estadísticos indicaron que la capacidad predictiva de estos hábitos de consumo es superior a la que se podría esperar por mero azar.

La MP involucra diferentes regiones y procesos cerebrales, por lo que su deterioro relacionado con el policonsumo de sustancias adictivas puede estar afectando a diferentes aspectos de la funcionalidad cognitiva, y no sólo a la MP. En nuestros datos observamos que, en general, cuanto menor era la edad de comienzo de consumo y mayor la cantidad consumida, más fallos de MP a largo plazo y con pistas internas, y más problemas en la mayoría de los índices cognitivos autoinformados (bloqueos, problemas de planificación, mente en blanco, etc.). Lo mismo ocurría con las tareas objetivas de MP evaluadas. De nuevo, la fuerza de estas correlaciones es superior a lo que sería esperable por azar.

¿Por qué resultan inquietantes estos resultados? Porque la muestra de la que se obtuvieron era joven, con una previsión de reserva cognitiva alta, dado el nivel de estudios alcanzado, y una corta e incipiente trayectoria de consumo. Esto podría advertirnos sobre la posible exacerbación de estos efectos en poblaciones más desfavorecidas, que son precisamente las más predispuestas al consumo de estas sustancias de manera prolongada y abundante.

No es una cuestión de ser o no ser adicto a determinadas sustancias, o de tener o no tener problemas en determinadas funciones cognitivas. La cuestión es que desde que se inicia el consumo de estas sustancias la persona podría situarse en un continuo de deterioro que es modulado por la cantidad, tipo y duración de dicha adicción. Por lo tanto, resulta cuanto menos arriesgado exponer parte de nuestras capacidades cognitivas al arbitrio de sustancias que pueden afectar a corto y largo plazo a la funcionalidad cerebral y que han sido consideradas factores de riesgo en el desarrollo de diferentes patologías (véanse p.ej., Moore y cols., 2007; Rehm y cols., 2010; Reitz, den Heijer, van Duijn, Hofman, y Breteler, 2007).

Referencias

Arana, J. M., Blanco, C., Meilán, J. J. G., Pérez, E., Carro, J., y Gordillo, F. (2011). The impact of poly drug use on several prospective memory measures in a sample of university student. Revista Latinoamericana de Psicología, 43, 229-240.

Hannon, R., Adams, P., Harrington, S., Fries-Dias, C., y Gibson, M. T. (1995). Effects of brain injury and age on prospective memory self-rating and performance. Rehabilitation Psychology, 40, 289-297.

Meilán, J. J. G., Pérez, E., Arana, J. M., y Carro, J. (2009). Neuropsychological and cognitive factors in event-based prospective memory performance in adolescents and young people with an intellectual disability. British Journal of Developmental Disabilities, 55, 61-75.

Milani, R. (2006). Poly drug users Questionnaire from University of East London. Descargado de Internet en 2006, en https://homepages.uel.ac.uk/R.M.Milani/polydug_qa.htm

Moore, T. H. M., Zammit, S., Lingford-Hughes, A., Barnes, T. R. E., Jones, P. B., Burke, M., y cols. (2007). Cannabis use and risk of psychotic or affective mental health outcomes: a systematic review. Lancet, 370, 319-328.

Rehm, Ü., Baliunas, D., Borges, G. L. G., Graham, K., Irving, H., Kehoe, T., y cols. (2010). The relation between different dimensions of alcohol consumption and burden of disease: an overview. Addiction, 105, 817-843.

Reitz, C., den Heijer, T., van Duijn, C., Hofman, A., y Breteler, M. M. B. (2007). Relation between smoking and risk of dementia and Alzheimer disease. Neurology, 69, 998-1005.

Manuscrito recibido el 5 de octubre de 2011.
Aceptado el 5 de diciembre de 2011.

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