¡Te lo creíste! Sobre cómo la información falsa se introduce en nuestra memoria

Karlos Luna y Malen Migueles
Facultad de Psicología, Universidad del País Vasco, España

La incorporación de información falsa en la memoria de un suceso delictivo puede alterar el subsiguiente testimonio. Para estudiar la aceptación de tres tipos diferentes de información falsa se realizaron tres experimentos aplicando el paradigma de la información engañosa. Los resultados señalan que los detalles (vs. acciones), los contenidos periféricos (vs. centrales) y la información de tipicidad alta (vs. baja) se aceptan con mayor facilidad.

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La vida diaria nos demuestra constantemente que nuestra memoria no es perfecta. A veces olvidamos una cita , un cumpleaños o no recordamos dónde dejamos aparcado el coche. Otro error consiste en creer que cierta información apareció en un determinado momento y lugar (p. ej., un periódico serio) cuando en realidad apareció en otro completamente diferente (p. ej., una revista sensacionalista). Este error, a veces trivial, puede convertirse en grave si, por ejemplo, un testigo en un juicio cree que cierta información apareció durante la comisión de un delito cuando en realidad apareció en otro lugar o momento.

Para estudiar estos errores, Loftus, Miller y Burns (1978) llevaron a cabo un sencillo experimento. Un grupo de personas vio unas diapositivas que simulaban un accidente de coche en el que aparecía una señal de stop, y después respondieron a unas preguntas sobre el suceso. Una de las preguntas sugería la existencia de una señal de ceda el paso en vez de la señal de stop. Por último, se preguntó si en las diapositivas originales aparecía una señal de stop o un ceda el paso. Muchos de los participantes escogieron la opción incorrecta. En experimentos posteriores utilizando este procedimiento se ha encontrado que aproximadamente el 15-20% de los participantes recuerdan la información falsa. Este fenómeno se conoce como efecto de la información engañosa.

Sin embargo, no es lo mismo intentar que una persona recuerde información sobre un detalle sin importancia, como la decoración de un banco, o sobre información relevante judicialmente como el arma que utiliza un atracador. Por eso es interesante determinar qué tipo de elementos pueden ser aceptados e incluidos erróneamente en nuestra memoria con mayor facilidad y cuáles serían rechazados.

Recientemente se ha realizado una serie de experimentos para determinar precisamente qué tipo de información falsa se acepta con mayor facilidad. Se estudiaron tres posibles dimensiones de la información: a) acciones o detalles, b) contenidos centrales o periféricos y c) de tipicidad alta o baja.

Hay pocos trabajos que se hayan interesado por el recuerdo de acciones y detalles trabajando con materiales cercanos a una situación real delictiva. Algunos trabajos sugieren que las acciones se recuerdan mejor que los detalles (Yuille y Cutshall, 1986). Pero, hasta ahora, en ninguna investigación se habían presentado acciones y detalles falsos para estudiar su posible aceptación. Siguiendo el método de Loftus y cols. (1978), un grupo de participantes vieron un vídeo sobre un atraco a un banco. Después, la mitad de ellos completaron un cuestionario en el que algunas preguntas incluían acciones o detalles falsos. La otra mitad completó el mismo cuestionario con las mismas preguntas, pero sin las referencias a la información falsa. Por último, se preguntó a todos si la información falsa apareció en el vídeo o no. Los participantes del grupo con información falsa cometieron más errores que el grupo control, mostrando el efecto de la información engañosa. Los participantes tuvieron más aciertos (respuestas correctas ante información verdadera) con acciones, lo que replica algunos resultados anteriores. También hubo más falsas alarmas (respuestas incorrectas ante información falsa) con detalles, lo que indicaría que esos contenidos falsos se incluyen en la memoria con mayor facilidad (Luna y Migueles, 2007). Estos resultados pueden deberse a que las acciones son los elementos más informativos y activos del suceso, frente a los detalles que son pasivos. Por eso son mejor atendidos y recordados y es más difícil que su recuerdo se distorsione.

Se utilizó el mismo procedimiento para explorar la incorporación en la memoria de contenidos centrales y periféricos (Luna y Migueles, en prensa). Investigaciones previas han demostrado que hay mejor rendimiento ante contenidos centrales, porque al formar la esencia del acontecimiento reciben mejor procesamiento (Heuer y Reisberg, 1992). Replicamos este resultado al encontrar más aciertos con información central que periférica. También se replicó el efecto de la información engañosa, y hubo más falsas alarmas con información periférica. Cuando alguien nos sugiere falsamente que un elemento secundario y aparentemente sin importancia apareció en determinado escenario, como podría ser una máquina de café en un banco, las probabilidades de aceptarlo son mayores que si el elemento fuera importante, como, por ejemplo, que el atracador lleve una pistola en el cinturón.

Por último, también estudiamos la aceptación de información de tipicidad alta y baja (Luna y Migueles, 2008). La información de tipicidad alta es la que aparece habitualmente en una determinada situación, como que un atracador de un banco lleve un arma de fuego. Información de tipicidad baja es la que, aún siendo congruente, rara vez aparece en la situación descrita, como que un atracador de un banco utilice un arma blanca. Con el mismo paradigma que en los estudios anteriores se logró replicar una vez más el efecto de la información engañosa. Además, hubo más aciertos con contenidos típicos, pero también con esos elementos se cometieron más falsas alarmas. Esto podría deberse a que, cuando nos preguntan por una información determinada que no conocemos, tendemos a responder con el valor típico por defecto. Si esa información típica es correcta la respuesta también lo es, pero si es incorrecta los errores aumentan.

En resumen, nuestra memoria es sensible a la información falsa que puede presentarse, pero es más sensible a unos tipos que a otros. Los detalles, la información periférica y los contenidos de tipicidad alta parecen aceptarse con mayor facilidad. En el caso de los detalles y la información periférica posiblemente sea debido a que son elementos menos informativos y se procesan peor, mientras que en el caso de los contenidos típicos el causante podría ser un sesgo hacia la emisión de ese tipo de respuestas. En cambio, es más difícil aceptar información falsa sobre acciones, contenidos centrales y de tipicidad baja.

Referencias

Heuer, F. y Reisberg, D. (1992). Emotion, arousal, and memory for details. En S. A. Christianson (Ed.), The handbook of emotion and memory: Research and theory (pp. 151-180). Erlbaum, Hillsdale.

Loftus, E. F., Miller, D. G. y Burns, H. J. (1978). Semantic integration of verbal information into a visual memory. Journal of Experimental Psychology: Human Learning and Memory, 4, 19-31.

Luna, K. y Migueles, M. (2007). Acciones y detalles en la aceptación de información postevento falsa y en la confianza. Estudios de Psicología, 28, 69-81.

Luna, K. y Migueles, M. (2008). Typicality and misinformation: Two sources of distortion. Psicológica, 29, 171-188.

Luna, K. y Migueles, M. (en prensa). Acceptance of central and peripheral misinformation and confidence. Spanish Journal of Psychology.

Yuille, J. C. y Cutshall, J. L. (1986). A case study of eyewitness memory of a crime. Journal of Applied Psychology, 71, 291-301.

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