Olivia Afonso y Carlos J. Álvarez
Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional, Universidad de La Laguna, Tenerife, España
La sílaba no sólo es funcional en la producción del habla, en la lectura de palabras y en la percepción del lenguaje. Estudios recientes con metodologías on-line han puesto de manifiesto su relevancia también en la escritura manual, incluso en etapas tan periféricas como la ejecución motora.
Recientemente dos artículos en esta misma revista nos han contado cómo la investigación ha demostrado el importante papel de la sílaba como unidad de procesamiento implicada tanto en la percepción y producción del lenguaje oral (Pérez, 2009) como en la lectura de palabras (Domínguez y de Vega, 2009). El presente artículo pretende ser el tercero de esta especie de «serie» que, sin querer, se ha establecido. En los procesos cognitivos que funcionan cuando escribimos, ¿jugará esta unidad también algún papel? Investigaciones recientes parecen señalar que así es.
Kandel, Álvarez y Valleé (2006) llevaron a cabo un estudio en el que los participantes tenían que escribir palabras en mayúsculas sobre una tableta gráfica, palabras que les eran presentadas visualmente. En el Experimento 1, realizado en francés, se observó que los intervalos entre letras (el tiempo desde que se levanta el puntero tras terminar una letra y se vuelve a apoyar para comenzar a escribir la siguiente) que correspondían a límites silábicos eran significativamente mayores que los mismos intervalos cuando ambas letras pertenecían a la misma sílaba. Por ejemplo, el intervalo producido por los participantes entre la «a» y la «c» en «tra.ceur», que forma el límite entre la primera y la segunda sílaba (señalado por el punto), fue mayor que el mismo intervalo en «trac.tus», donde ambas letras forman parte de la misma sílaba.
Figura 1.- Ventana del programa de análisis SpellWrite donde puede verse los tiempos en que el participante acabó de escribir la letra J y empezó el primer trazo de la E (ambos marcados por una cruz).
En el Experimento 2, hablantes de francés y de español escribieron palabras y pseudopalabras similares ortográficamente en ambos idiomas, y que contenían una secuencia de letras que era intrasilábica en francés («gn» en la palabra francesa «si.gne») e intersilábica en español («gn» en «sig.no»). Los tiempos entre letras de estas secuencias se compararon con los de palabras del mismo tipo, pero con una secuencia intrasilábica en ambos idiomas («gm» en «pig.mento» y «pig.ment», que es una transición intersilábica tanto en francés como en español). Los resultados mostraron que los intervalos intersilábicos («gm» en francés) fueron significativamente mayores que los intrasilábicos («gn» en francés). Sin embargo, estos intervalos mostraron una duración equivalente en español, donde ambos eran intersilábicos.
En el Experimento 3, bilingües francés-español escribieron palabras con la misma secuencia «gn» (que es siempre intrasilábica en francés y siempre intersilábica en español), encontrándose que cuando los bilingües escribían en francés, los intervalos entre las letras «g» y «n» eran más cortos que cuando escribían las mismas letras en español. Estos resultados muestran la relevancia que la estructura silábica de una palabra tiene para su escritura, tanto en francés como en español, y que la palabra no está totalmente programada antes de comenzarse a escribir.
En otro estudio, Álvarez, Cottrell y Afonso (2009) reprodujeron los resultados de Kandel et al. (2006), pero esta vez utilizando estructuras silábicas más variadas y de uso más frecuente en la lengua española. En lugar de utilizar palabras presentadas visualmente como en la investigación anterior, en este caso los estímulos fueron palabras presentadas auditivamente (Experimento 1) y dibujos cuyos nombres tenían que ser escritos por los participantes (Experimento 2). Con ello se pretendía evitar cualquier posible influencia del procesamiento del estímulo, puesto que ya conocemos que la lectura de palabras implica un procesamiento silábico (Domínguez y de Vega, 2009). Como en el estudio anterior, se midieron los intervalos entre pares de letras críticos (vg. «ba.res» versus «bar.ba»). Se volvieron a encontrar intervalos significativamente mayores en la condición intersilábica que en la intrasilábica. La consistencia de este resultado independientemente de la modalidad de presentación de los estímulos sugiere que este efecto de estructura silábica es propio del proceso de escritura y descarta la posibilidad de que su origen se encuentre en el proceso de decodificación del estímulo. Este estudio también descartó que el efecto se debiera a la estructura morfológica de las palabras.
Además de afectar a la duración de los intervalos entre letras, varias investigaciones han hallado efectos silábicos en la duración de las propias letras. Por ejemplo, Kandel y Valdois (2006) encontraron que niños de entre 6 y 12 años tardaban más en escribir la primera letra de la segunda sílaba en comparación con otras letras de la palabra. Este resultado parece indicar que los movimientos destinados a escribir la segunda sílaba eran programados durante la ejecución de su primera letra, enlenteciéndola. Por otra parte, Afonso y Álvarez (en revisión) encontraron en adultos efectos de la frecuencia de la segunda sílaba tanto en la duración de la primera letra de la sílaba como en el intervalo que separa las letras que la constituyen.
Cuando escribimos una palabra, es necesario mantenerla activada en memoria mientras vamos escribiendo sus letras constituyentes. A este almacén de la memoria de trabajo se le ha llamado almacén grafémico. Encontrar efectos como los narrados en momentos tan tardíos como la ejecución motora tiene dos implicaciones teóricamente interesantes. Primero, que en dicho almacén mantenemos la palabra representada y segmentada en sus sílabas correspondientes y, segundo, que existe un procesamiento «en cascada»: los procesos centrales y lingüísticos (como aquellos relacionados con la segmentación en sílabas) no están del todo terminados cuando empezamos a escribir, sino que influyen en operaciones periféricas como el movimiento de la mano en la escritura.
Los datos aquí descritos suponen evidencia, cada vez más sólida, de que la sílaba es funcional también cuando escribimos una palabra. Si la sílaba fonológica, debido a la importancia que tiene durante el proceso de aprendizaje de la lectoescritura en español, posee un contrapunto de naturaleza netamente ortográfica, o si los efectos observados son debidos a activación fonológica, es aún una cuestión de debate. Investigaciones ya en curso posiblemente aclararán cómo influye la fonología en el proceso de producción ortográfica. Ello representará un avance importante en nuestro conocimiento de cómo se interrelacionan los procesos de producción oral y escrita.
Referencias
Afonso, O. y Álvarez, C. J. (en revisión). Syllable frequency effects in Spanish handwriting production.
Álvarez, C. J., Cottrell, D. y Afonso, O. (2009). Writing dictated words and picture names: Syllabic boundaries affect execution in Spanish. Applied Psycholinguistics, 30, 205-223.
Kandel, S., Álvarez, C. J. y Valleé, N. (2006). Syllables as processing units in handwriting production. Journal of Experimental Psychology: Human Perception and Performance, 32, 18-31.
Kandel, S., y Valdois, S. (2006). Syllables as functional units in a copying task. Language and Cognitive Processes, 2, 432-452.