María Luz González (a,b), Ramiro González (c) y Agustín Ibáñez (a,b,d)
(a) Institute of Cognitive Neurology (INECO) and Institute of Neuroscience, Favaloro University, Argentina
(b) National Scientific and Technical Research Council (CONICET), Argentina
(c) Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile
(d) Laboratory of Cognitive Neuroscience, Universidad Diego Portales, Chile
El cerebro, en el mismo momento que percibe un rostro, percibe además la raza del mismo y, además, su asociación con contenidos afectivos positivos o negativos. Este estudio constituye la primera evidencia cerebral directa del prejuicio racial implícito medida con el Test de Asociación Implícita (IAT), y muestra que el prejuicio tiene sus bases en procesos muy automáticos y tempranos. Esto puede explicar en parte por qué estos fenómenos a menudo ocurren de forma no controlada e irracional. Finalmente, este estudio evidencia que la cultura tiene efectos directos y muy acentuados en la dinámica cerebral asociada a aspectos muy básicos, tales como la percepción de rostros. Al parecer, la cultura y la dinámica cerebral están menos distanciadas que nuestros departamentos universitarios de humanistas y científicos.