Mar Sánchez García, Ana Isabel Córdoba Iñesta y María Teresa Tormo Lancero
Dept. de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universitat de València, España
A menudo se ha considerado que la recuperación de la mujer tras el parto ocurre de forma simultánea en todas las áreas (física y emocional) en un periodo de seis semanas. Sin embargo, la alimentación y cuidado del bebé, incluyendo los cambios en los ritmos de vida, son una fuente de fatiga que continúa más allá de ese primer periodo y que puede hacer que la recuperación se alargue en muchos casos más de lo esperado. El ritmo de sueño del bebé recién nacido, que aún no está bien establecido, provoca en los cuidadores numerosos despertares y una mala calidad del sueño, que conduce a somnolencia y cansancio. Realizar una estimación correcta del tiempo que pasa hasta que la fatiga desaparece es importante para ajustar las expectativas de la familia y que puedan planificar objetivos vitales y laborales de una manera ajustada a la realidad.