Javier Ortiz-Tudela y Juan Lupiáñez
Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento, Universidad de Granada, España
Si pensamos en la función cerebral como fundamentalmente predictora del ambiente, nuestro sistema cognitivo debería contar con herramientas que le permitieran 1) establecer esas predicciones y reaccionar de acuerdo con ellas, y 2) detectar cuándo esas predicciones no se cumplen para disparar un mecanismo que lleve a adquirir nueva información para minimizar el error en las futuras predicciones. No obstante, aislar en el laboratorio estos dos tipos de procesos es bastante complicado. El estudio que presentamos aquí muestra una manera de separar la respuesta de detección (saber que algo está presente) de la de identificación (saber qué es ese algo). La primera serviría como señal de alerta ante la falta de predicción y la segunda sería un reflejo de esas predicciones hechas por el cerebro.