Comprender la realidad sin representaciones: Affordances y psicología ecológica

Manuel Heras Escribano
Departamento de Filosofía I, Universidad de Granada, España

(cc) Pragmagraphr

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Frente al paradigma tradicional en ciencia cognitiva, donde la metáfora del ordenador es la imperante, la psicología ecológica se ofrece como la alternativa más potente en el futuro desarrollo de las investigaciones sobre el fenómeno de la cognición. Dentro de ella, la noción de affordance juega un papel fundamental, aunque el concepto no está exento de polémica.

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Para la ciencia cognitiva tradicional, la cognición se explica mediante la “metáfora del ordenador”: nuestra mente sería análoga a un mecanismo consistente en la manipulación de representaciones según reglas predeterminadas, ya sean sintácticas o algebraicas. Pese al desarrollo de nuevos modelos que supusieron para algunos una revolución en los años ochenta (redes neuronales artificiales, neurocomputación; véase Arias, 2012), esta metáfora siguió sirviendo para comprender los procesos mentales. Así, estos modelos simplemente proporcionaron un rostro joven para esta vieja idea. Como consecuencia, los procesos perceptivos no son la fuente principal de la cognición, y adquieren un papel pasivo y desvinculado de la acción del agente.

Una de las tendencias que se ha rebelado contra esta concepción es la psicología ecológica (en adelante, PE). La PE fue concebida por J. J. Gibson (1966, 1979) como una nueva manera de entender la naturaleza de los procesos perceptivos. Gibson defendió que los agentes conocen su medio explorándolo, actuando. Así pues, el comienzo del proceso cognitivo no es pasivo, sino activo: percepción y acción serían un único proceso, ya que para producir un fenómeno perceptivo sería necesario un componente activo del sujeto. El objeto de la percepción no es una representación, sino un bucle o proceso continuo entre la acción del sujeto y la información del entorno. El agente recoge cierta información específica del entorno (visual, auditiva, etc.) que es relevante para su acción, guiándolo en su adaptación y en la consecución de sus fines. Esto ha llevado a explicar los diferentes procesos perceptivos apelando a este bucle (como la visión -Gibson, 1979; Lee, 1980-, con el concepto de “flujo óptico”; o el tacto -Turvey, 1996-, con el análisis de lo que se ha llamado “tacto dinámico”). Las consecuencias metafísicas son inmediatas: el agente percibe directamente la realidad a través de sus acciones, sin necesidad de procesar los estímulos que recoge del medio.

Vemos aquí cómo la PE de Gibson ha adelantado tres nociones básicas para construir una teoría opuesta al cognitivismo: la cognición no es representacional (no necesita de representaciones, cómputos, o lenguaje del pensamiento), es corporeizada (no es necesario un procesador central, sino que todo el proceso perceptivo está repartido por el sistema) y además está integrada en el medio.

Pero entonces, ¿cómo definir el momento de la percepción, si carecemos de representaciones y ya sólo el sujeto aislado no es suficiente? Gibson acuñó el término “affordance” precisamente para esto: una affordance es la relación epistémica entre el agente y su medio. Ésta surge cuando el agente detecta una información específica que le permite modular su acción. Así pues, las affordances no son más que oportunidades para la acción (el término se ha resistido hasta el momento a una traducción al castellano, aunque se han propuesto algunos, como “disponibilidades” o “facilitaciones”. Dado su escaso impacto hasta la fecha seguiremos usando el término inglés aquí). Cuando un humano percibe la “agarrabilidad” de una taza, ello constituye una relación epistémica con su entorno. Esto se da gracias a la información especificada por la taza (forma, momento de inercia, etc.) y también al hecho de que el humano sea activo y tenga pulgares oponibles que permitan agarrarla. La combinación de ambos elementos (la información específica y la acción del agente) permiten así una nueva acción, con el consiguiente mantenimiento del ciclo continuo de percepción-acción. Huelga decir que las affordances no están restringidas a la modalidad que las percibe: dos personas pueden percibir la affordance de “bebilidad” en una situación concreta (pongamos, caminando hacia una fuente), pero uno puede percibirla al detectar información visual y el otro al detectar información auditiva (ya que puede estar de espaldas a la fuente o tener dañado el sistema visual). La oportunidad para la acción es la misma, y no ha de ser confundida con la información del medio que la especifica.

Pese a que la noción de affordance es altamente intuitiva, el debate actual se centra en la aclaración conceptual y el estatus ontológico del término. Algunos autores consideran que las affordances serían las presiones selectivas del medio, que a su vez permiten la adaptación del agente (Reed, 1996); otros piensan que serían disposiciones, donde la percepción y la información compartirían protagonismo (Turvey, 1992). La propuesta más novedosa es comprenderlas como relaciones (Chemero, 2009), donde lo importante no son las parejas disposicionales, sino el producto que surge de ellas.

Actualmente, muchos autores consideran que se pueden explicar las affordances representacionalmente (Zhang y Patel, 2006); esto es, como una red distribuida de representaciones fruto de la conjunción entre el factor interno (el organismo) y el externo (la información del entorno). Pese a la plausibilidad de la propuesta, un ecólogo ortodoxo no la aceptaría por un motivo: básicamente, porque la mera conjunción de factores externos e internos no sería suficiente para explicar qué es una affordance. Es importante, además, saber cómo esos elementos operan a nivel del agente, y esto implica saber qué haría el agente cuando se producen esas activaciones en la red. Por tanto, la mera correlación entre los diferentes factores no sería significativa a nivel comportamental o ecológico. Lo que nos interesa es responder a la pregunta “¿cómo percibe el agente?” y esto implica centrarnos en los procesos del nivel personal, no en las posibles correlaciones entre el nivel subpersonal y la información del medio. ¿Puede darse una explicación representacional de una affordance? Una representación es algo sub-agencial, discretizable (ya sea distribuida o no) y desacoplable. La última característica choca directamente con la corporeización y la incrustación en el medio típicas de los procesos en tiempo real como los que se han venido describiendo hasta ahora. Con respecto a las dos primeras características, se puede aplicar aquí la primera crítica: señalar estados internos y externos (representacionales o no, sub-agenciales o no) no dice nada del nivel ecológico, que es donde se producen las affordances. Por lo tanto, las tres características básicas de una explicación representacional no encajan con las affordances.

Pese a estos debates, la gran aportación de la PE consiste en que no es necesario postular ningún tipo de representación u operación mental a la hora de explicar la cognición: el agente autónomo, en contacto continuo con su medio, es suficiente para analizar cómo conocemos la realidad. Y el modo más concreto es en la interacción con elementos informativos que nos permiten aprovechar oportunidades para generar nuevas acciones. Estas oportunidades son las affordances.

Referencias

Chemero, A. (2009). Radical Embodied Cognitive Science. Cambridge: The MIT Press.

Gibson, J. J. (1966). The Senses Considered as Perceptual Systems. Boston: Houghton Mifflin.

Gibson, J. J. (1979). The Ecological Approach to Visual Perception. Boston: Houghton Mifflin.

Lee, D. N. (1980). The optic flow field: The foundation of vision. Philosopical Transactions of the Royal Society of London. Series B, Biological Sciences, 290, 169-178.

Reed, E. S. (1996). Encountering the World: Toward an Ecological Psychology. New York: Oxford University Press.

Turvey, M. T.(1996). Dynamic touch. American Psychologist, 51, 1134-1152.

Turvey, M. T. (1992). Affordances and prospective control: An outline of the ontology. Ecological Psychology, 4, 173-187.

Zhang, J., y Patel, V. (2006). Distributed cognition, representation and affordance. Pragmatics and Cognition, 14, 333-341.

Manuscrito recibido el 29 de febrero de 2012.
Aceptado el 25 de julio de 2012.

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