¿Crees en los fantasmas? Quizá estés mostrando un sesgo cognitivo

Fernando Blanco
Laboratory of Experimental Psychology, Universidad de Deusto, España

(cc) Ioannis Kontomitros.

(cc) Ioannis Kontomitros.

La ilusión causal es un sesgo cognitivo que consiste en la percepción de una relación de causa-efecto entre dos eventos que no están conectados entre sí. Este sesgo podría subyacer algunas creencias irracionales. En un experimento, exploramos la posibilidad de que la creencia en lo paranormal esté asociada a una mayor facilidad para desarrollar ilusiones causales. Los resultados indican que, efectivamente, los creyentes en lo paranormal tienen mayor ilusión causal en una tarea informatizada. Además, esta ilusión fue producida a su vez por un sesgo en la manera en que los creyentes en lo paranormal buscaron información durante la tarea.

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Uno de los programas de investigación más fascinantes en las últimas décadas corresponde a los famosos «sesgos cognitivos», un concepto que ya se ha hecho familiar para muchos aficionados a la ciencia popular gracias a las numerosas obras divulgativas que han proliferado. Dado que los humanos, al igual que cualquier otro animal, debemos tomar decisiones rápidas contando con información incompleta, nuestro sistema cognitivo tiene predisposición a producir ciertas respuestas o llegar a determinadas conclusiones, en vez de a otras. Por ejemplo, las personas tenemos una facilidad asombrosa para detectar rostros y expresiones faciales incluso en objetos inanimados (pareidolia). Generalmente, los sesgos cognitivos producen respuestas que son correctas la mayor parte del tiempo y, por tanto, nos sirven para decidir y actuar rápidamente. Sin embargo, en ocasiones nos pueden conducir a errores, como «ver» un rostro en una inofensiva piedra.

Recientemente, se ha propuesto que algunas creencias irracionales, como la creencia en lo paranormal, podrían estar causadas o facilitadas por un sesgo cognitivo conocido como la ilusión causal (Matute y col., 2015). Ésta consiste en la percepción de una relación de causa-efecto entre dos eventos que realmente no están relacionados entre sí. En un experimento típico de ilusión causal, los participantes realizan una especie de juego de ordenador en el que deben imaginar que son médicos. En la pantalla ven una serie de pacientes ficticios a los que pueden administrar o no, según prefieran, una supuesta medicina. Como pueden elegir libremente, algunos participantes dan la medicina a la mayoría de los pacientes, mientras que otros la dan menos a menudo. Habitualmente en estos experimentos, la medicina no funciona en absoluto, es decir, no hay una relación de causa-efecto entre tomar la medicina y curar la enfermedad. Pero bajo algunas condiciones, especialmente cuando los pacientes se recuperan espontáneamente y la medicina es usada con mucha frecuencia, produciendo así muchas coincidencias accidentales entre tomar la medicina y la recuperación, los participantes pueden acabar convencidos de que la medicina es muy eficaz.

Cualquier persona puede mostrar una ilusión causal, pero podría haber diferencias individuales en la tendencia a desarrollarla. Si pensamos en las creencias paranormales más conocidas, comprenderemos que casi siempre incluyen algún componente de percepción extraña de la causalidad: objetos que se mueven a distancia, amuletos capaces de cambiar el curso de acontecimientos, etc. Sería razonable pensar que las personas con mayor tendencia a la ilusión causal, es decir, a concluir que existe causalidad a partir de la observación de simples coincidencias, también serían más proclives a creer en fenómenos paranormales. ¿Quién no ha recibido una llamada de un amigo justo en el momento en el que estaba pensando en esa persona? Es probablemente una mera coincidencia, pero quizá algunas personas tengan una tendencia a ver algo más, y sean precisamente ellos los que tengan mayor creencia en lo paranormal.

Para explorar estas hipótesis, planteamos un experimento (Blanco y col., 2015). Reclutamos una muestra de participantes y les pedimos que completaran una serie de cuestionarios, entre los cuales estaba uno sobre creencias paranormales. Además, realizaron un experimento de ilusión causal como el descrito anteriormente, en el que podían decidir si le daban la medicina o no a una serie de pacientes ficticios. Realmente, la medicina no tenía ningún efecto, pero como los pacientes se recuperaban por sí solos con alta probabilidad, había oportunidades para que, si la medicina era administrada a menudo, se desarrollase la ilusión causal.

Los resultados mostraron, en primer lugar, una correlación entre las creencias paranormales y la ilusión causal: cuanto más creyente era el participante, mayor era su tendencia a desarrollar la ilusión en un simple juego de ordenador (Figura 1, arriba). Además, pudimos detectar un posible motivo por el que esta tendencia apareció. Los creyentes tendieron a administrar la medicina a un número mayor de pacientes que los no creyentes, creando así un número mayor de coincidencias entre la administración de la medicina y las recuperaciones espontáneas de los pacientes (Figura 1, abajo). Los no creyentes eligieron dar la medicina a aproximadamente la mitad de los pacientes, lo que les permitió comprobar que los pacientes se curaban también incluso sin darles la medicina. Un análisis estadístico reveló que, de hecho, la mayor tendencia a desarrollar la ilusión causal de los creyentes estaba mediada por este sesgo en su conducta de administración de la medicina.

Figura 1

Figura 1.- Relación entre las creencias paranormales y la ilusión causal (arriba) y entre las creencias paranormales y la tendencia a usar la medicina (abajo).

Un trabajo previo sugería que este resultado iba a aparecer. Brugger y Graves (1997) estudiaron las estrategias de resolución de problemas de los creyentes en lo paranormal y encontraron que, mientras buscaban soluciones al problema, los creyentes tendían a poner a prueba menos hipótesis y perseveraban más en las pruebas antes de cambiar de estrategia. Este tipo de comportamiento, que se ha comparado con el sesgo de confirmación, es similar al que mostraron aquellos de nuestros participantes que usaron la medicina más a menudo.

En conjunto, la investigación sugiere que las personas con creencias paranormales tienen un sesgo en la forma en que se comportan y buscan información. Si un creyente tiene una tendencia pronunciada a confirmar sus creencias, podría decidir llevar puesto su amuleto de la suerte todos los días, o evitar el número 13 en cada ocasión que tenga. Este comportamiento llevará a inevitables coincidencias entre esas conductas y los resultados esperados (más que alguien que, p.ej., llevase el amuleto sólo ocasionalmente). Tales coincidencias son el ingrediente principal para que aparezcan las ilusiones causales.

Referencias

Blanco, F., Barberia, I., y Matute, H. (2015). Individuals who believe in the paranormal expose themselves to biased information and develop more causal illusions than nonbelievers in the laboratory. PLoS ONE, 10(7), e0131378. doi:10.1371/journal.pone.0131378

Brugger P., y Graves, R. E. (1997) Testing vs. believing hypotheses: Magical ideation in the judgement of contingencies. Cognitive Neuropsychiatry, 2, 251–272.

Matute, H., Blanco, F., Yarritu, I., Diaz-Lago, M., Vadillo, M. A., y Barberia, I. (2015). Illusions of causality: How they bias our everyday thinking and how they could be reduced. Frontiers in Psychology, 6, 888. doi:10.3389/fpsyg.2015.00888

Manuscrito recibido el 29 de diciembre de 2015.
Aceptado el 6 de enero de 2016.

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