La hipótesis de la inconsciencia del significado

José-Luis Mendívil-Giró
Dept. de Lingüística General e Hispánica, Universidad de Zaragoza, España

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¿Por qué es tan fácil entender una palabra común y tan difícil precisar su significado? ¿Por qué rumiamos palabras cuando pensamos conscientemente? La hipótesis de la inconsciencia del significado formulada por el lingüista Ray Jackendoff ha sido generalmente ignorada en el seno de la ciencia cognitiva, pero podría representar una contribución notable para una mejor comprensión de cómo se relacionan en los seres humanos el lenguaje, el pensamiento y la consciencia.

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Si retomamos la noción saussureana tradicional del signo lingüístico como el emparejamiento de un significado y un significante (Saussure, 1916), la hipótesis de la inconsciencia del significado formulada por Jackendoff (1987, 2012) estipula que solo el significante (la pronunciación) es consciente: “el lado semántico de un par sonido-significado es inconsciente, excepto en el sentido de dar la sensación de que esa pieza de sonido está cargada de significado” (Jackendoff, 2012, p. 49). Aunque Jackendoff presentó esa hipótesis ya en su libro de 1987 y en otras obras, la síntesis de su obra de 2012 es más accesible y se beneficia de aportaciones posteriores en una línea semejante, como las de Prinz (2007, 2012).

La hipótesis tiene tres ingredientes esenciales: 1) cuando oímos la palabra “casa” la pronunciación percibida es consciente; 2) la pronunciación va acompañada de una sensación consciente de significatividad (sabemos que significa algo y entendemos qué significa); pero 3) el significado mismo (el concepto o pensamiento que expresa) es inconsciente. Por supuesto, el hecho de que los significados estén ocultos a la consciencia no implica que no tengan efectos en la cognición: gracias a ellos podemos identificar y categorizar objetos del mundo, realizar inferencias y entender enunciados de otras personas. Todas esas actividades, sugiere Jackendoff, dependen de “captar” significados, aunque no podamos ser conscientes de ellos.

Así pues, Jackendoff va más allá de la visión convencional y sugiere que la vinculación de significados a sonidos no solo está al servicio de nuestra capacidad para comunicarnos, sino que también proporciona el medio para que la mente consciente pueda operar con las representaciones semánticas internas que, en caso contrario, solo podrían ser inconscientes. En otras palabras, Jackendoff afirma que la fonología es muy importante para la consciencia y, por tanto, para el llamado pensamiento racional.

Podría decirse entonces que la antigua intuición de que pensar conscientemente es lo mismo que hablarse a uno mismo sería básicamente correcta, ya que la única manera que tienen los significados de acceder a la consciencia es a través de un asidero (“handle”), típicamente la pronunciación. Un significado (un concepto) no vinculado a un asidero está condenado a no poder acceder a la consciencia, lo que no quiere decir que no exista. Por supuesto, también podemos ser conscientes a través de imágenes u otras percepciones, pero la lógica es la misma: la estructura conceptual que subyace al pensamiento es totalmente inconsciente, está oculta en el cerebro salvo por los accesos episódicos que tenemos a ella cuando usamos esos asideros (formas fonológicas, imágenes, sensaciones táctiles, etc.) y experimentamos nuestro discurso interior o el de otros.

Cabe precisar que los pensamientos no son exactamente las frases que oímos internamente. La forma fonológica que percibimos (la “imagen acústica” de Saussure) es solo el asidero a las estructuras cognitivas confinadas en la mente inconsciente. Según este modelo, no todo el pensamiento humano es verbal ni, por supuesto, consciente. El pensamiento es mayormente inconsciente y no necesita asideros ni, por tanto, formas fonológicas. Solo el pensamiento del que somos conscientes, esto es, el que somos capaces de experimentar, requiere de asideros fonológicos (u otras modalidades perceptivas).

Así, otro problema que la hipótesis de la inconsciencia del significado puede ayudar a aclarar es la relación entre el pensamiento y la consciencia. Un organismo sin lenguaje puede pensar, pero no puede ser consciente de buena parte de sus pensamientos. Un plus que tendríamos los humanos sería entonces que no solo podemos tener pensamientos sofisticados, sino que además podemos ser conscientes de que los tenemos. Aunque la forma fonológica es el asidero que posibilita la consciencia, el lenguaje no es en sí mismo un requisito para la consciencia, puesto que también las imágenes visuales y los estímulos táctiles y olfativos pueden funcionar como asideros de conceptos internos inconscientes. De hecho, no tenemos razones para pensar que seamos los únicos organismos con algún tipo de consciencia de sí mismos y del entorno. Cosa distinta es de qué se puede ser consciente sin lenguaje. Los seres humanos no solo somos conscientes de nosotros mismos sino que, gracias al lenguaje, también somos conscientes de nuestros pensamientos, esto es, de que los tenemos, aunque en sí mismos sean inconscientes. Y ahí, según Jackendoff, está la base del atributo cognitivo más notorio de nuestra especie: el pensamiento racional, esto es, el pensamiento consciente. (Otros filósofos, como Carruthers, 1996, o Bermúdez, 2003, también presentan propuestas independientes según las cuales el lenguaje proporciona acceso consciente a los pensamientos).

Como señala el propio Jackendoff, en algunas líneas de psicología cognitiva se distingue entre dos modos de pensamiento, el sistema 1 y el sistema 2. El sistema 1 es rápido, automático e inconsciente (lo que comúnmente se llama pensamiento intuitivo), mientras que el sistema 2 es lento, costoso, lineal y consciente (lo que normalmente identificamos con el pensamiento racional). La tradición filosófica ha insistido en que el segundo es específicamente humano y se ha relacionado precisamente con el lenguaje. El modelo de Jackendoff no disiente de eso, pero lo explica de manera más coherente. Según Jackendoff en realidad el sistema 2 no es distinto del sistema 1, sino que, como dice el autor, “cabalga sobre el sistema 1” (2012, p. 214). El sistema 2 sería pensamiento que está vinculado a un correlato cognitivo de la consciencia, esto es, a la forma fonológica. Dado que la forma fonológica es lineal, dice Jackendoff, el pensamiento consciente es lineal; dado que la pronunciación es lenta (en comparación con la rapidez del pensamiento), el pensamiento consciente es lento. Y dado que el pensamiento es inconsciente, solo podemos tener un acceso consciente a él si tiene un asidero consciente, la forma fonológica. Como únicamente los humanos tienen lenguaje, concluye Jackendoff, únicamente los humanos tienen pensamiento racional, por lo que, entonces, el sistema 2 equivale básicamente al sistema 1 más el lenguaje.

Si Jackendoff tiene razón y el significado es inaccesible a la consciencia, habría que reconocer que los lexicógrafos merecen un profundo respeto.

Referencias

Bermúdez, J. L. (2003). Thinking without Words. Oxford: Oxford University Press

Carruthers, P. (1996). Language, Thought, and Consciousness. Cambridge: Cambridge University Press

Jackendoff, R. (1987). Consciousness and the Computational Mind. Cambridge (MA): MIT Press.

Jackendoff, R. (2012). A User’s Guide to Thought and Meaning. Oxford: Oxford University Press.

Prinz, J. (2007). “The Intermediate Level Theory of Consciousness”, en Susan Schneider y Max Velmans (eds.) The Blackwell Companion to Consciousness, Londres: Blackwell (pp. 257-271).

Prinz, J. (2012). The Conscious Brain. Oxford: Oxford University Press.

Saussure, F. (1916). Cours de Linguistique Générale. París: Payot.

Manuscrito recibido el 27 de marzo de 2019.
Aceptado el 26 de junio de 2019.

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