Héctor García-Rodicio
Dept. de Educación, Universidad de Cantabria, España
Contamos ya con suficiente evidencia del impacto positivo de los espacios verdes sobre el desarrollo cerebral infantil. Se han propuesto al menos tres hipótesis, no excluyentes, para explicar dicha relación: (a) la disminución de la exposición a contaminantes, (b) la promoción de la actividad física, y (c) la capacidad reparadora de la naturaleza. En este artículo repasaremos los estudios más actuales para confirmar que, en efecto, el contacto con la naturaleza es fundamental para el correcto desarrollo del cerebro y la capacidad cognitiva de niños y niñas por los tres mecanismos propuestos. Acudimos al concepto de “entorno de adaptación evolutiva” para integrarlos en una sola explicación.